1/10/10

Afinar el oido y abrir el ojo.

Ya todos conocían a los dueños del matúfio, se sabía por supuesto que en el norte se gestaban los planes más macabros y se vacilaba con la idea de apoderarse de lo que entre unos cuantos liberaron hace otros tantos siglos. Ha decir verdad todos sabían que hubo quien quiso apoderarse de todo y no tuvieron en cuenta la resurrección de pueblos que se creían colgando de una soga, una como la que se cortó después del comienzo de la segunda historia de América. Todos comenzaron a resurgir de a poco con el correr de los años, y repito, todos lo sabían. La cuestión se puso fea en alguna parte de tanta extensión.
A todos los lugares con cierto auge de la tecnología llegó volando la noticia, desde esos miles de lugares seguramente hubo energía y apoyo para un legítimo cuyo poder de representar sufría un fracasado golpe en su columna vertebral. Intento poco fortuito de romper con el sostén y el soporte de una elección masiva. Por supuesto que hubo defensores, reunidos, organizados, así como hubo quienes apoyaron en todas las ciudades de todos los países; pero en una ciudad en particular como seguramente en tantas otras, no había que mirar tan lejos para ver la secuencia del timo en los derechos. Dos días antes habían estado gritando a la libertad y la expresión, y hoy mientras el problema tenía otro grano los "Informantes" de la ciudad parafraseaban una comedia estúpida para seguir enfocando las luces hacia otro lado, y en las portadas se podia ver poco de lo que pasara afuera de ese rejunte de casas enroladas entre noticias de espanto y decadencia.

Luchin

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