23/11/10

(A falta de un título)


¿Será que un perro me torea en bicicleta y no cuando camino porque las cosas se están desvirtuando?
Alguien me persiguió la noche en que ese niño perdió la cabeza, y por más que trepé y salté de una lado a otro, no pude parar de encontrar frente a mi nariz situaciones límites.
Son los días en que seguramente un mujer enamora alguien prácticamente sin conocerlo y el se inventa por algún camino la historia que tanto lo divertía cuando ningún perro hablaba, ni había pacientes psiquiátricos, árboles, ni ese vértigo despiadado y cambiante frente a sus narices.
De seguro alguna historia más debe habersele cruzado a mis piernas en el día de hoy, pero yo y mi recuerdo aprendimos a volvernos buenos amigos, las cosas se pierden cuando quieren, pero debe ser que por casualidad el viento lo pegó a mi espalda y puedo recurrir. Cuantas veces quiera. Pueda.
Este perseguidor mío, externo, olvida cuando me desconcentro, y vuelve al instante como si no hubiera pasado nada. Como cuando no hay viento, y solo es el aire el que me pega en la cara. Como cuando perdura, pero no. Como cuando lo escribo, y ya está. El momento por más escrito que esté ha desaparecido, la diferencia está en quedar o no en el olvido.

Luchin

Foto: notedelires

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